Tomando ácido en Reino Aventura

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Hicieron todo lo posible. Y, sin embargo, Paco, Gabriel, Leonardo, Iñaki y Cha!, no fracasaron. Aprovecharon la inversión de la compañía de entretenimiento más grande de América Latina para colocarse unos ácidos, comprar instrumentos que jamás aprendieron a tocar y hacer del estudio un palacio para lo incorregible. Y, sin embargo, Fobia sigue siendo uno de los referentes más reconocidos del rock en español. Quisieron no serlo y, por un instante (quizá aquel silencio entre la introducción y el verdadero comienzo de “Plástico”) aspiraron a convertirse en todo lo que sus fantasías adolescentes les pedían ser: un desastre.

La sexualidad pervertida mas no perversa; lo absurdo mas no insignificante; lo insensato mas no lo idiota fueron temas que Fobia dominó y expuso con gran sentido del humor y una conciencia clara del sabotaje. Llegaron a contaminar el familiar Siempre en domingo con ellos, en una presentación ya emblemática donde aparecieron practicando Kung Fu y rompiendo platos frente a la extrañada audiencia de la clase media mexicana de comienzos de los noventa.

José Ángel Balmori era parte de esa audiencia. Escuchó a Fobia desde el comienzo, fue a sus conciertos y aún tiene sus discos. Por eso ha escrito este libro a medio camino entre la revisión crítica y el homenaje. No es un fanático, sino un observador atento que sigue de cerca el surgimiento y el declive de uno de los grupos más importantes en la historia del rock mexicano, más allá de su infame “El microbito”. Su escritura abre una ventana a pensar no sólo en Fobia sino en todo lo que entendemos como rock nacional.
Luis Arce